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Código mental del tirador, por Óscar Yebra

Actualizado: hace 6 días

Óscar Yebra es un entrenador superior de baloncesto español con más de una década de experiencia en China. Antes de embarcarse en su aventura oriental jugó durante 14 temporadas en la Liga ACB llegando a ser Olímpico por España en Atenas 2004, destacando por alcanzar un porcentaje en tiros de campo superior al 40% en el momento de su retirada.

Es amigo de esta casa y participó en el episodio 23 de El Alma del Juego.

Este código mental del tirador había sido publicado con anterioridad en otras plataformas pero esta es la versión más actualizada.

Óscar Yebra lanzando defendiendo los colores del Valladolid en la liga ACB
Óscar Yebra lanzando defendiendo los colores del Valladolid en la liga ACB

1. Si estoy bien, ¡TIRO!

Y si no estoy bien, lo mismo. Mis números siempre llegan, y no los mejoro durante el partido. Ni forzando acciones, ni dejando de tirar.

  • Busco la solución en la acción. Durante mis sesiones de trabajo individual tiro más, y fallo mucho. Ese proceso elevará mis números.

  • De manera obsesiva, exploro mis fortalezas y debilidades: dónde soy mejor, cuál es mi parada preferida, hacia qué lado me siento más incómodo, cómo uso el bote, si domino las fintas... A partir de ahí, construyo y mejoro mi amenaza.


2. Nunca me preocupo del último tiro

Anotado o no, solo me interesa el siguiente, porque es el único en el que puedo influir. Este principio lo aplico igualmente a mi actuación general en partidos.

  • ¿Cuál es mi tolerancia al fallo?

  • ¿De qué manera la última huella condiciona mi siguiente paso?

  • ¿Cuál es mi Tiempo Crítico de Reacción?


3. Estoy convencido: "¡El siguiente va dentro!"

Aunque haya fallado todos los anteriores.

  • Porque me conozco; y porque elijo transformar el ruido en conceptos.

  • Mi trabajo me refuerza, la consistencia me define. Ese es mi superpoder.

  • Nada puede afectar la confianza que me proporciona mi fórmula:TIEMPO + CONSISTENCIA + (TRABAJO x 2) = CONFIANZA


4. Tengo mis rutinas y rituales

Eso sí, no permito que éstos me traicionen. No hago nada porque sí cuando entreno. Todos son tiros reales, desde posiciones de juego, y a ritmo de partido.

  • Para mí, la presión es una variación notable de mi experiencia competitiva habitual que pone a prueba mi capacidad para gestionarla. Por eso, la auto-presión es parte integral de mi trabajo.

  • Fijo mentalmente objetivos claros de alto rendimiento. Nunca malgasto tiempo, recursos o repeticiones. Jamás voy “a tirar un rato”.

  • Mis tiros no entran porque sí. Casi nunca es cuestión de suerte. Las horas en el campo con el balón y la canasta son mi amuleto.


5. No pienso en meter 300 tiros

Pienso en meter 300 veces 1 tiro perfecto de ejecución y ritmo, aunque el contexto no sea perfecto.

  • Como jugador, debo aprender a analizar mi ejecución en profundidad, con el mayor nivel de detalle posible (utilizo también el vídeo). Es prioritario, muy por encima de la efectividad.

  • Siempre estoy listo. Activado desde la punta de los dedos de la mano hasta la zapatilla.

  • Mi tiro ha de ser idéntico en intención, pero adaptable en ejecución.

  • Nunca detengo mi trabajo o malgasto repeticiones por un mal pase, o un mal control del balón. En partido no hay “repeticiones perfectas”.


    6. Si he fallado mis tiros en el partido, necesito recargar la batería de confianza

    Mi cargador son las horas tirando.

    • Para recargar: simplifico, simplifico, y simplifico. Cuando alcanzo el punto óptimo de carga, añado complejidad.

    • Nunca me voy del entrenamiento con una racha final negativa. Vivo de sensaciones.

    • Atesoro mis horas en el pabellón, incluso las más duras o difíciles de gestionar. Me han dicho que las echaré todas de menos.


  • 7. Debo conocer y estudiar a mis compañeros, y su trabajo

    Aprendo a leer bien las ventajas de sus bloqueos y sus pases, y a usarlos efectivamente. Así es como creo mis ventajas, y además, muestro respeto por los compañeros que se juegan su físico o una falta para que yo pueda tirar.

    • No me frustra fallar; pero me dolerá, y mucho, no haber sido responsable en mi preparación.

    • He de ser muy bueno creando y alimentando micro asociaciones: pequeñas unidades tácticas que crean, mantienen/amplían, y ejecutan ventajas para el resto.

    • Ser un buen tirador no tiene nada que ver con ser egoísta. Si soy bueno, la gravedad de mi amenaza será mi gran aportación al equipo.


  • 8. Necesito, y busco, la ayuda de mis entrenadores

    Para aprender a mejorar mi consciencia en el juego: mi papel en el ecosistema del equipo, mis decisiones en base al contexto de juego, la dirección a seguir en mi mejora. Así es como construyo mi identidad.

    • Marcar la dirección de mi crecimiento, es tarea de mis entrenadores. Mantener el rumbo adecuado, es responsabilidad mía. La ruta es incierta, tengo que asumirlo.

    • Mi objetivo como jugador es ser capaz de decir, el día antes de mi último partido, que logré llegar a ser yo mismo por completo.


  • 9. Tengo siempre cuidado con caer en un exceso de confianza

    Como jugador, tiendo a sobreestimar mis habilidades, y a intentar dictar el ritmo de mi trabajo. Ese es el freno que determina el alcance de mi potencial.

    • Cuanto mejor soy, y más nivel tiene mi juego, más me doy cuenta de todo lo que me queda por mejorar.

    • El ego es mi inseguridad maquillada. No confianza.

    • Trabajo y trabajo. Ese es mi silencio estratégico ante los estímulos externos.


  • 10. Soy responsable, no culpable

    Miquel Nolis (gracias, Maestro), en su tiempo en el Joventut, decía:

    "Si en el entrenamiento no metes al menos el 70% de tus tiros desde tus posiciones de juego, sin defensa, es que no puedes tirarlo durante el partido."

    Jamás lo olvido. Me hizo responsable.

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