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Foto del escritorQuim Gómez

"En el partido no me entran"

Este escrito nace de algunos debates internos, otros externos (con entrenadores), algunas lecturas (baloncestísticas o no), mucha experiencia acumulada en la cancha, y conversaciones con jugadoras basadas en hechos reales.


Hace partidos que no metes una, pero no desesperes, tengo una mala noticia: esto va a seguir así. Si haces caso a esta frase, y solo a esta frase, es probable que la cosa empeore. Estás a la defensiva. Ahora bien, si prestas un poco de atención y abres tus ojos y oídos, no hay forma de que no mejores. Te lo garantizo.

Te gusta lanzar a canasta de manera estable, bien equilibrado. Recibir en tus posiciones ideales, realizar tu pequeño ritual y ¡boom! Canasta. Es un gesto automático. No piensas. No hay ruido. Solo tú y la canasta. Ojalá haber tenido este día ayer, día de partido, y no hoy.

  • ¿Has visto, papá? Hoy llevo 50 de 55.

  • Hijo, a ver si en los partidos no te pones tan nervioso.

  • ¡Es que el entrenador no me da confianza! ¡Mis compañeros no me la pasan igual de bien que tú! ¡Si me sientan cada 4 minutos, así no hay quien coja la racha! ¡Un terremoto destruyó la Atlántida! ¡El imperio hitita está infravalorado por la historiografía occidental! ¡Si te tiras agua encima a mucha velocidad no moja!


Quizá las tres últimas excusas no hayan pasado por tu cabeza jamás, pero me juego lo que quieras a que las anteriores, y muchas otras, se han alojado en tu mente en algún momento. No solo a ti, jugador, también a ti, coach, que sonríes mientras lees estas líneas y piensas en ese deportista concreto de tu equipo. A ti también te pasaba cuando eras jugador, por mucho que ahora hables de los good old days como si hubieras sido una leyenda del baloncesto, el último héroe de tu barrio.


Ahora que todos hemos bajado el nivel de tensión, vamos a entrar en materia: no metes porque no entrenas como en un partido. Y lo peor no es eso, sino que te estás perjudicando a ti mismo y a tu equipo. Te voy a decir por qué y creo que podré darte algún consejo para solucionarlo o, al menos, tomar conciencia, que es el primer paso para mejorar.

Si solo practicas el tiro (o el bote, o el pase, o lo que sea) de una manera en particular, vas a sobresalir haciéndolo así, pero serás mediocre en la multitud de otros tiros que el juego te presenta o no estarás capacitado para ofrecer soluciones. ¿Practicas tiro estático sin oposición (spot-up)? Perfecto, pero si el defensor es más rápido y te puntea antes de tiempo, si el pase llega donde no lo esperas, si debes botar para mejorar tu ángulo de tiro, si recibes más adelante o más atrás, si tienes menos tiempo de lo habitual (o más), si vienes de hacer 4 acciones físicas de alta intensidad o de acumular 30 minutos en cancha, si vienes de fallar 5 tiros previos, y un largo etcétera... entonces serás incapaz de meterla.

Por cierto, el basket no es Netflix o Amazon. No escoges el tiro que quieres hacer en la mayoría de casos. Debes tomar el que el juego te ofrece o el que buenamente puedes crear (o te facilitan tus compañeros). O lo tomas o lo dejas, nunca mejor dicho.



Imagínate una tecla de un ordenador. Solo podrás reproducir ese carácter en particular, olvídate de poder componer una palabra, una oración y menos un verso o una novela. El basket, nuestro juego, te obliga a ofrecer múltiples respuestas. ¿Estás preparado?

  • "Un día vi a Curry meter 100 triples seguidos".

Lo que no ves es que Curry es uno de los mejores tiradores de la historia porque es capaz de encestar de muchísimas formas diferentes, y eso se lo da no solo el enorme volumen de repetición, sino la amplísima gama de variabilidad que aplica a sus tiros de entrenamiento. No solo mete esos 100 triples a pies parados. Los mete (y lanza) en carrera, con defensa, sin defensa, encarando el aro.... En nuestro episodio 67 de El Alma del Juego, Paco Alarcón nos ponía el ejemplo de Sergi Llull, que en una simple rueda de calentamiento era capaz de lanzar con eficiencia de maneras muy variadas. Fue el mismo Paco quien me envió un interesante artículo del entrenador de tiro Dave Love que también hablaba sobre este concepto: aumentar la variabilidad del entrenamiento para que aumente tu adaptabilidad al juego. Quizá no metas 100 en el entrenamiento, pero es muy probable que encestes más en el partido real si entrenas adecuadamente.


En nuestro deporte no se juzga la técnica, por suerte o por desgracia, sino el acierto, y eso nos lleva a una encrucijada. Si entrenas para encestar cerca del 80%, obsesionándote en esa técnica perfecta (y entorno poco hostil o cambiante), es muy probable que cuando juegues un partido (y por los condicionantes mencionados anteriormente) tu porcentaje descienda de manera brutal. Entonces, tu nivel de control emocional puede llegar a un umbral que no sepas gestionar (¿Te suena?), ya que pocas veces te encuentras en esa situación. No diré que te has estado haciendo trampas jugando al solitario... pero casi.

Te obsesiona el resultado final, pero no te obsesionan de igual manera las partes del proceso que determinan ese resultado final. ¿Te suena coherente? A mí tampoco.

¿Entonces, por dónde empezar?

Lanza de todas las maneras posibles y, cuando domines un determinado tiro, no te enfoques solo en ese tipo específico por muy bien que te sienta meter una tras otra. Busca nuevos espacios o nuevos condicionantes que te hagan seguir subiendo niveles de conocimiento y experiencia. ¿Ya no fallas ni un floater a dos pasos? Vamos a probar con uno a un paso. ¿Superado? Ahora intenta botar un segundo balón. ¿Más? Ponte un defensor pasivo. ¿No fallas? Añade un defensor activo... ¿Has llegado ahí? Atrévete a hacerlo en el 3x3 que juegas en la plaza o en el contraataque de 11 de tu entrenamiento...


Eres joven y no has jugado al Sonic, pero seguramente muchos otros videojuegos actuales funcionen de manera similar. Cada nivel en el juego aumenta la dificultad, aunque se base en patrones similares. Cada tres pantallas, un villano o una fase de mayor dificultad. Cuando lo superas, pasas a nuevos patrones que, a su vez, aumentan su dificultad. Una vez superas el juego, incluso si lo olvidas durante meses, cuando lo vuelves a iniciar, tu dominio y conocimiento de los patrones siguen ahí, lo que te permite progresar a una mayor velocidad que la primera vez que jugaste. ¿Te suena esta sensación? Empiezas a pillar la idea.


  • Mañana juego un partido trascendental. ¿Entonces no voy a realizar mis tradicionales 100 triples para tomar sensaciones y ganar confianza?

  • No, no digo eso. Lo que digo es que no puedes pretender ser un tirador excepcional basando tu esperanza y confianza en un entrenamiento que no es transferible al partido. Básicamente porque hay tantos elementos externos que van a condicionar esa acción que, cuanto más capaz seas de adaptarte técnica, táctica y emocionalmente a estos cambios, mejor vas a rendir en el partido.


Vuelvo a un videojuego como analogía: el legendario Street Fighter 2. Cada fallo en un partido hace que tu barra de energía disminuya. Cada tiro reduce tu concentración y aumenta tu ansiedad, así como la del equipo. ¿Por dónde pasa la solución? ¿Por no tirar? No, por naturalizar el desacierto, convivir con él y reaccionar ante él, ya sea tuyo o de tus compañeros. Para ello, vuelvo a insistir, necesitas entrenar con variabilidad para que tomes conciencia de tus características y de tu juego, y así construyas la verdadera confianza que te hará crecer como jugador, no en base a los minutos de juego que te da el entrenador o una palmadita en la espalda. Esos son resultados colaterales del proceso, no lo que te da o resta confianza.

Una especie de Stephen Curry al estilo Street Fighter 2

A modo de cierre: La verdadera confianza no se construye con entrenamientos perfectos ni con porcentajes inmaculados, sino en la capacidad de adaptarse, de ajustar y de seguir avanzando incluso cuando las cosas no salen bien. Al final, el baloncesto es un juego de respuestas, y cuanto más preparado estés para cualquier reto que se te ponga delante, mejor sabrás responder.

Así que, la próxima vez que lances, ya sea en un entrenamiento o en un partido, no te obsesiones con que todo salga perfecto. Acepta que habrá errores, ponte retos, y aprende a convivir con ellos (y de ellos); ahí es donde de verdad empiezas a crecer como jugador. Y cuando logres hacerlo, vas a estar más cerca de encontrar esa consistencia que tanto estás buscando en la cancha.

Y a ti coach, que te veo relajado, unas palabras ya que has sido testigo de esta conversación.

Tu papel es fundamental para cambiar la forma de entrenar y para que el jugador entienda que la evolución no se trata de la perfección, sino de aprender a ser flexible y a responder a lo que el juego pide en cada momento. Puedes crear ese entorno en el que, más allá de mejorar técnicamente, tus jugadores crezcan como personas y como competidores. ¿Cómo? Mejorando tu metodología, tus tareas, tus objetivos, tus condicionantes o tu acercamiento a tu equipo y deportistas. En definitiva, tu formación.

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